sábado, 9 de mayo de 2015

LA TRINIDAD DEL HOMBRE - APOLOGÉTICA

1

El hombre es una trinidad: espíritu, alma y cuerpo.
La naturaleza del alma es distinta a la del espíritu.
La carne es la cáscara y el gran problema.
No comprender esta división sobrenatural es caótico.

Con un espíritu despierto besamos al Señor, con el alma acariciamos la tierra, la carne no mira al tercer cielo.

Es que es nuestro espíritu el que despierta y se regenera
y le abre su portón de par en par a la gracia divina, a la obra del Espíritu.

El espíritu es espiritual;el alma es anímica, sensual;la carne es física.

Dios vive en el espíritu, la individualidad en el alma
y los sentidos en el cuerpo.

El cuerpo nos contacta con lo tangible, el alma revela la personalidad y el espíritu vivo me permite adorar a Dios.

En el alma tengo consciencia de mí mismo,
en el espíritu tengo consciencia de Dios,
en la carne tengo consciencia del mundo material.

El alma se liga al mundo espiritual a través del espíritu,
y al mundo material a través del cuerpo.

El espíritu regenerado somete al cuerpo a través del alma y su libre albedrío. El alma une a la trinidad del ser humano y la transporta a un solo objetivo.

El cuerpo, mediante un alma en tinieblas, guía al espíritu a postrarse cada día más a la mundanalidad, a la altivez y a la desidia.

El Espíritu Santo alimenta ese espíritu que despertó,
el espíritu gobierna esa alma que se rindió a Cristo,
el alma redimida sojuzga entonces a la carne.
Este es el sendero de la santidad.

2

Dios es eterno, el alma es eterna;
Dios es trino, el hombre es trino;
Dios es soberano, el hombre es libre.
Adán estaba imbuido de la mentalidad de Jesús.
El hombre fue hecho a imagen de Dios.
En lo que específicamente a santidad se refiere,
el hombre fue creado a semejanza de Dios;
crearlo igual a Dios hubiese sido imposible.
Por esto Adán pudo pecar, y lo hizo,
y fue expulsado de inmediato del paraíso.

La Santa Trinidad creó una santa trinidad.
Si percibo que existo, hay un Creador.

3

El corazón es el alma, su reflejo, y allí residen los pensamientos, intenciones y sentimientos, en una u otra dirección, según sea el amo.

En la voluntad residen la intención y la decisión, en la mente el pensamiento: la mentalidad es un componente del alma. En el corazón residen los sentimientos, la emotividad y la voluntad son elementos del alma.

La intención genera el pensamiento, el pensamiento produce el acto; las actitudes y hechos son los frutos que te gritan en que reino baila y canta tu alma.

Cristo traslada tu alma de un reino al otro, por medio de la libre conversión a Jesucristo. El Espíritu Santo es quien purifica el ser. Cuando el alma se separa del cuerpo en el féretro, vivirá en una u otra eternidad. El alma es pensamiento, voluntad y emotividad. La sangre preciosa derramada en la cruz es la que ofrece una salvación eterna a la humanidad.

El alma es la vida del hombre, su individualidad; es la persona misma, su yo, su personalidad. Es el alma la que se arrepiente y salva. Un cuerpo sin un alma es un cadáver.

4

El amor es un sentimiento, el irredento cree que ama.
Los ideales y opiniones son miembros del intelecto
y las disímiles opciones provienen de la voluntad.
Todo esto ocurre en el rectángulo del alma humana.
Las características de un hombre son las de su alma.
En la emotividad habitan las simpatías y las antipatías,
las tristezas y las alegrías, la ira y la paz.
El conocimiento y la sabiduría son piezas del intelecto
y la mente es el instrumento de su expresión.
A la carne la amarraron al tiempo y al espacio.
Toda alma es eterna y ninguna puede ser aniquilada,
inclusive las que se condenan por rechazar el evangelio.
Toda alma que nace en la maternidad es inmortal.
Un ser humano es lo que es su alma.

5

El aliento de Dios, el Espíritu de Dios, al aterrizar en el interior de Adán, se transformó en el espíritu humano. El espíritu es el embajador de Dios en el hombre, es un pedazo de Dios en el hombre. El alma es la fusión del espíritu y el cuerpo, es el tercer elemento después del cuerpo y el espíritu. El rojo es la arcilla de Adán, el blanco es el Espíritu de Dios. El rosado es la fusión de ambos, es ese tercer elemento del trino hombre. Y ya no hay dos colores sino tres. El ser humano es una trinidad al servicio cabal de la Santísima Trinidad. La arcilla es ahora carne que respira. Y el Espíritu Santo de Dios se adhirió a la arcilla y por combinación nace esa alma que es libre.

6

Todo ser humano recién concebido en el vientre es un alma nueva, eterna, inmortal y diferente, que se le protegerá por ser un desamparado e inocente. El aborto es lisa y llanamente un asesinato; es la pelea de un indefenso, sin ningún derecho humano, en contra de la maquinaria sin fin del horror. Ese cuerpo que jamás vio un rayo de sol, no tuvo derecho a elegir sobre sí. Sólo existe un alma para cada carne, una identidad.
No es factible la reencarnación.

7

La libre voluntad se acurruca en el alma, es el alma la que se redime, es la voluntad la que se rinde ante la cruz, mediante el arrepentimiento total y la conversión al divino Jesús de Nazaret.

Si el alma está gobernada y sometida al espíritu resucitado y regenerado, el hombre ya transita por la ruta de la santidad.

El hombre no redimido es un hijo del diablo sometido a los caprichos de la piel, de las pasiones, de los vaivenes del ego.
El irredento posee un espíritu profundamente dormido.
En el pensamiento se maquinan las herejías.

8

El cuerpo es el envase del alma, el alma es el envase del espíritu, el espíritu influencia sobre el alma, el alma usa al cuerpo para sus fechorías, el cerebro es una caja de resonancia del alma. El santo es controlado por el espíritu revivificado.

Entre medio del cuerpo y del espíritu, es el alma quien decide si va a matricular o no en el reino de Dios, por medio de la sangre preciosa. El cuerpo es casa de Dios, un templo, y morada del Espíritu Santo. El entendimiento proviene del alma. Cristo es el único mediador entre el alma y el Padre.

9

Del espíritu nace la vida espiritual, a Dios se le adora en el espíritu; el espíritu también es una trinidad.

La conciencia es el órgano que discierne, el que distingue la bondad de la maldad, a través del juicio directo espontáneo.

Muy seguido nuestros razonamientos consienten lo que la conciencia juzga; a veces la razón no comprende los dictados de la conciencia; los debates entre la conciencia y la razón no suelen ser extensos; una conciencia iluminada por el Espíritu Santo suele ser persuasiva, sabia e insistente. La conciencia juzga según la intuición. De la intuición se engendra la vida espiritual. El Espíritu santo le informa al espíritu que eres un hijo del Dios Altísimo. El espíritu descansa cuando resucita. Los cristianos ciertos escuchan Su voz y le siguen.

La intuición es el órgano sensible, y no se deja influenciar por el exterior; tampoco el alma es un elemento que aporte algo en el conocimiento que nos entrega la intuición. El quehacer del Espíritu Santo se intuye. Dios manifiesta su voluntad a través de la intuición. El cristiano busca la llenura del Espíritu Santo.

La comunión es la adoración a Dios, o al enemigo; el alma no se puede comunicar con el Señor, el alma no sabe adorar al Padre. Los comunicados de Dios tienen lugar en el espíritu. El conocimiento del reino del Señor no proviene por medio del análisis sesudo. El espíritu ferviente mueve montañas. El esclavo de Jesucristo ha fusionado su espíritu con Dios Espíritu Santo, y uno es con el Señor. Lo normal es que el espíritu sea el zar.

El ángel es un espíritu, el hombre posee un espíritu, los espíritus no son libres, la voluntad reside en el alma.

El Espíritu Santo invita al alma perdida a aceptar a Jesucristo como Dios y Salvador; si lo hace, su espíritu despierta y el alma nace a la vida espiritual, haciéndole creyente, un nuevo militante del reino de la Santísima Trinidad.

Un espíritu no regenerado funciona como el alma, y a veces es complejo distinguir una de otra.

Todo el trayecto del mendigo de Dios se circunscribe al alma errante. El goce pleno de Dios mora en el espíritu.

La Palabra potente y eficaz se estacionará en la última parada de tu interior, hasta separar tu espíritu de tu alma, poniendo en la vitrina hasta tus fecas más desconocidas, exhortándote a que te encadenes al evangelio puro. El hombre es un alma viviente.

El amor y el odio generan afectos, la hermandad y la ira son algunos de sus reflejos. Todo anhelo es un deseo emotivo,la pena y la percepción son sensaciones. El amor es un sentimiento, la emotividad es un componente del alma.

10

Con un espíritu semejante al de los ángeles y un alma semejante a la de los animales, el hombre fue creado libre y aún lo es. El hombre nunca fue un animal o un ángel.

Adán pudo optar por seguir siendo el santo que era o por abrazar las tinieblas que desconocía. Hoy el hombre puede seguir siendo el pecador que es, o engomarse al nuevo pacto del Salvador.

Algunos rechazan el evangelio sin probarlo. Nada hará Dios o el demonio en ti, sin el previo consentimiento del alma.

En el Edén Adán optó la desobediencia; el espíritu murió y el alma se extravió. El alma fenecida quedó sobre el espíritu, y éste casi se queda sin conocimiento de Dios.

Eva fue atrapada a través de su voluntad y Adán por su emotividad: amaba a Eva.

11

El espíritu es un don de Dios.

La justificación viene de creer con el corazón, no de creer con la mente; viene de la conversión, no de la convicción; viene desde esa voluntad que vive en el alma.

El alma que peca derriba su espíritu. El tentador trabaja de afuera hacia adentro y Dios opera exactamente al revés.

Dios ilumina la conciencia y la intuición y engrandece la intimidad con el hombre; después ilumina la mente,
y maneja la voluntad y las emociones: esta es la experiencia de un peón de Cristo.

La pelea gigante consiste en quien controla la voluntad, timón de la existencia misma. Dios y Satanás son los dos boxeadores. Cristo derrotó a las tinieblas en la cruz. El pecado separa al hombre del pecador.

12

La limitada mente jamás comprenderá a un Dios Infinito e infalible. Los seres independientes no verán el tercer cielo.

El pecador tiene fuertemente amarrados su descarriada alma con su espíritu dormido. El espíritu cohabita bajo la dictadura del alma; la Palabra eficaz los separa, y así resucita el espíritu humano.

Las brujas y hechiceros poseen un espíritu más fuerte, que es dominado y guiado por espíritus malignos; algo equivalente le sucede al pecador común, que queda atado y aliado a Satán y a la carne.

El carnal es conducido por su alma sucia, el cristiano normal se sometió al Espíritu Santo.

La tendencia natural del hombre es la arcilla, el espíritu desea alas.

13

El pecador mezcla en una licuadora su alma y su cuerpo. Cuando la carne fallece en la cruz, con sus miserias y deseos impuros, el alma queda libre y disponible para derretirse adentro del Espíritu de Dios, subyugándose totalmente a Su voluntad. Este es el periplo del discípulo de Jesucristo.

14

El pecado instaló la muerte y la condenación y la pasó a todos los hombres y por todo el hombre, a través de un hombre. El rescate viene del Dios que se hizo hombre.

El pecado y la muerte fueron vencidos en la cruz. Es la naturaleza la que peca. En la carne de Jesús que fue crucificada estaba toda la carne de la humanidad. Los carnales se gozan con la mugre y los basurales. El espíritu es quien adora al Espíritu. ¿Qué eres sin Cristo? Salimos de la maternidad para adorar a Dios. Gloria a la Santísima Trinidad.

15

La carnalidad: presenta sus batallas con todo lo que posee; ni mil ayunos la pulverizan; es tozuda y vencible, mediante la llenura del Espíritu; se anticipa a la jugada y presiona; sólo genera inmundicias; perecerá cuando el cuerpo sea glorificado.

16

La salvación del alma es un regalo de Dios que no se hereda, que no se traspasa. La salvación es de a uno, es personal. Cristo murió específicamente por ti, por cada uno, por todos.

17

El Espíritu guía al espíritu, y caminan hacia la victoria eterna, hacia la santidad, de la mano, engomados, hermanados, sojuzgando a la carne y esquivando los misiles del enemigo.

18

La santificación completa incluye espíritu, alma y cuerpo. El cuerpo se somete por pasos al alma redimida, el alma se somete al espíritu, que despertó; el espíritu se somete al Espíritu Santo, el Espíritu nos lleva siempre a Jesucristo, sin edecanes o escoltas; Cristo hace la voluntad del Padre. El redimido es un súbdito de Dios Padre. Gloria a la Santísima Trinidad.


1 Tesalonicenses 5:23.

fin

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